Me quisiste, hasta en la ignorancia
¡de mí sentimiento!
Mí memoria juega con ecos de caracola
Y el desenfreno de sus gritos subterráneos
Me provocan el orgasmo que ¡ya!… no esperas.
Me sigues queriendo ¡hasta!… después de muerto
Haciéndome practicar la necrofilia.
Quisiera extinguirme en una de tus citas.
Pues, no merezco que sigas regalándome
Pétalos de rosas licuados… en besos sin tú boca.
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